El adolescente y su mundo

Por: Daniela Tripaldi

Desde hace algún tiempo me he dado cuenta que algo ha cambiado. El mundo está cambiando, mis intereses están cambiando, incluso la relación conmigo mismo y con los demás. Me cuesta mucho trabajo levantarme de la cama. Tengo más sueño que de costumbre, durante las tardes quiero dormir, pero en las noches estoy activo para mirar TV, hablar con mis amigos, etc. Durante un día tengo tantos sentimientos encontrados que son difíciles de entender y de expresar. Por ejemplo, ahora me divierten otras cosas, prefiero charlar largas horas con los amigos en lugar de usar mi pelota o mis muñecos, aunque algunas veces aún me divierto con estos. Me siento protegido y comprendido cuando estoy con mi grupo de amigos, al mismo tiempo, tengo un fuerte miedo a no lograr ser aceptado por ellos. También creo que mis papás nunca están contentos con lo que hago o digo. No entiendo por qué ya no pasamos tiempo juntos haciendo cosas divertidas, a pesar de que a veces prefiero estar solo y no los quiero ni ver.

Mi mente también está modificándose, poco a poco y sin darme cuenta empiezo a entender cosas que antes no lograba. Defiendo mis opiniones ante cualquier persona. Otra situación realmente extraña que me pasa es que las emociones son muy intensas, así si mis papás me dicen algo con lo que no estoy de acuerdo me inunda una energía difícil de controlar que me hace gritar y decir cosas de las que más tarde me arrepiento. La verdad es que no entiendo porqué ellos continúan hablándome sobre “la universidad” o “el futuro” cuando eso está tan lejos que ahora realmente no me importa, no es mi prioridad. Debo hacer y estar donde ellos quieren, me siguen tratando como a un niño.

En este pequeño fragmento quise describir la vivencia que tiene un adolescente y que nosotros mismo tuvimos cuando trascurrimos esta etapa. Decidí dedicar una serie de artículos focalizados en la adolescencia porque considero que es una etapa sumamente importante en el desarrollo del ser humano y que por mucho tiempo fue mal entendida, anulada y estigmatizada. A pesar de que en la actualidad tenemos a nuestro alcance un sinnúmero de información sobre la misma, espero transmitir una visión diferente de los adolescentes, que estas líneas permitan a nuestros chicos sentirse identificados y a nosotros –los adultos- comprenderlos mejor por medio de la empatía (ponernos en los zapatos del otro), de manera que nos demos la oportunidad de conocernos nuevamente y establecer lazos más estrechos. Mi objetivo es que podamos convertirnos en una fuente de seguridad, apoyo y aceptación para todos los adolescentes que están en esta etapa.

El mundo del adolescente es mucho más complejo de lo que recordamos. El camino por esta etapa es complejo y lleno de contradicciones, tanto para los adolescentes como para los padres. El nivel de complejidad está definido por la capacidad de padres e hijos de adaptarse a los múltiples cambios a nivel personal y familiar. La clave para ayudar a nuestros hijos adolescentes en el desarrollo de su identidad es la comprensión, y la conseguimos únicamente por medio de la información que disponemos y de la posibilidad de utilizarla para entender nuestra propia adolescencia.

La adolescencia implica cambios drásticos que afectan a la persona en todo su ser. A partir de los 11 años aproximadamente iniciamos nuestro viaje por esta etapa y gracias al mismo somos las personas que somos. Los cambios físicos que todos conocemos, la primera menstruación y la primera eyaculación, conjuntamente con la aparición de los caracteres sexuales secundarios marcan el inicio de la adolescencia. Sin embargo, estos son solo parte de todo un proceso de cambio a nivel biológico, cognitivo, social y familiar. En este artículo nos vamos a enfocar en los cambios neurocognitivos que afronta un adolescente, ya que desde mi punto de vista son los que influyen y desencadenan a los otros.

Durante nuestros primeros años de vida, nuestro cerebro sufre profundas e importantes modificaciones. Sin embargo, en la adolescencia el cerebro también pasa por un proceso de maduración importante, sobre todo en lo que respecta a la cantidad y el tipo de conexiones neuronales que es capaz de establecer, por tanto el tipo de información capaz de elaborar y transmitir. De hecho, el número de conexiones llega a duplicarse, pero solamente las conexiones que se utilizan y son reforzadas se mantienen, mientras que las otras se pierden. Los estímulos que recibe la persona son los encargados de reforzar dichas conexiones. Según Santrock (2004), alrededor de los 25 años, termina el desarrollo cerebral (a pensar de que el proceso de plasticidad cerebral está presente durante toda la vida), siendo la zona prefrontal la última en desarrollarse. Esta zona está encargada de las funciones ejecutivas o superiores, entre ellas encontramos la capacidad de hipotetizar, planificar y manipular los datos sin la necesidad de que esté presente el objeto. También se encarga de hacer abstracciones, razonamientos lógicos y usar información acumulada de las experiencias previas. Por esta razón el adolescente empieza a acceder y a entender información que antes no lo lograba. Podrá poco a poco ir elaborando datos más complejos y sacar conclusiones más abstractas. Por lo tanto, su manera de pensar el mundo y de comportarse irán cambiando en función de sus nuevas habilidades.

Este cambio en su capacidad cognitiva fue llamado por Piaget como el estadio de las operaciones formales. Piaget es conocido por sus grandes aportes en el estudio del desarrollo cognitivo del ser humano. Él propone que durante la adolescencia temprana (entre los 11 y 15 años) la persona empieza a pensar soluciones de posibles conflictos, su pensamiento es idealista y subjetivo. Cuando alcanza la adolescencia tardía (entre los 15 y 20 años) la persona logra validar sus razonamientos con las experiencias y a usar de mejor manera sus capacidades, van a poder dar un sentido a la información que reciben del medio. De ahí que los adolescentes son curiosos, están motivados por entender el mundo y adaptarse, esto les permite descubrirse como personas y forjar su identidad, ya que también van a ir asimilando información cada vez más compleja respecto a sí mismos.

Otra tarea que cumple nuestra zona prefrontal es intervenir en el control emocional. Si nuestra área prefrontal está en desarrollo no será capaz de controlar todas las emociones que nos invaden durante este período. Por esta razón, los adolescentes reaccionan ante la frustración con expresiones emocionales exageradas.

Hasta aquí es importante tener presente dos aspectos fundamentales del cambio cognitivo:

1. La capacidad de planificar el futuro está recién empezando a desarrollarse, por lo tanto insistir solamente en la universidad o en el futuro trabajo, no nos va a ayudar a motivar a nuestros hijos para subir sus calificaciones. Simplemente su cerebro aún no está lo suficientemente maduro como para poder entender y usar las hipótesis que les planteamos.

Sin embargo, cuando la meta es más cercana en el tiempo y coincide con los intereses de nuestros hijos, por ejemplo una fiesta el fin de semana, unas vacaciones durante el verano, etc, podremos encontrarnos con respuestas más positivas.

Entiendo la preocupación sobre el futuro de nuestros hijos y también la frustración de muchos padres frente al “quemeimportismo” de sus adolescentes ante las cosas “importantes de la vida”, como la carrera y la profesión. Sin embargo, debemos recordar que nosotros estamos aquí para acompañarlos en el viaje de sus vidas y en el descubrimiento de sus propias capacidades y motivaciones. Poco a poco, ellos se van a cuestionar sobre su futuro. Cada uno a su ritmo irá tomando sus propias decisiones. Nuestra tarea como padres es ofrecerles un lugar seguro en donde poner a prueba estas decisiones y capacidades; de tal manera que en casa ellos sean capaces de ejercitarse antes de salir a afrontar el mundo.

2. Las reacciones emocionales que tienen, como ataques de ira, tristeza y miedo, están también relacionados con el desarrollo de su parte del cerebro encargada del control emocional. Están aprendiendo a expresar sus emociones de otras maneras. Así que cuando enfrentemos una de estas crisis, recordemos que lo mejor que podemos hacer es tomar distancia, dejarlo hasta que consiga tranquilizarse y luego proponer el diálogo; donde ambas partes puedan expresar sus puntos de vista y se definan soluciones que sean satisfactorias para padres e hijos. Evitemos la escalada de emociones sobre todo con la ira. Con respecto a la tristeza y el miedo, ofrecer nuestro apoyo y la posibilidad de hablar sin juicios, cuando ellos estén listos, les permitirá sentirse seguros y acompañados.

Otro logro cognitivo que consiguen nuestros adolescentes es resolver problemas por medio del lenguaje. Es decir, podemos imaginar un problema y su solución sin necesidad que el problema exista realmente, sino por medio de representaciones verbales. Esto se debe a que van adquiriendo capacidades metacognitivas que les permiten comprender el problema y sus soluciones de una manera más completa. Con metacognición me refiero a poder pensar sobre el pensamiento.

También empiezan a pensar en las situaciones posibles, comparan y se comparan con los demás, por lo tanto empiezan a utilizar ideas e imágenes de posibilidades futuras. Su pensamiento es cada vez más lógico, son más capaces de realizar planes para la resolución de problemas. Además logran poner a prueba esas soluciones de manera hipotética, por tanto, su pensamiento es hipotético deductivo: forman hipótesis tentativas a los problemas y deducen la mejor alternativa de solución.

A lo largo de este artículo hemos visto brevemente los principales hitos cognitivos de la adolescencia. Conocer el tipo de pensamiento que un adolescente empieza a desarrollar nos permite adaptar nuestras estrategias de comunicación y modificar el tipo de relación que tenemos con ellos. Como podemos imaginar, la mejor forma de acercarnos a los adolescentes es con una actitud de negociación, reforzar sus nuevas capacidades en la formulación de hipótesis, en la resolución de problemas, en la comprensión de información cada vez más compleja.

Crear un espacio de diálogo seguro, es decir, donde el adolescente puede expresarse de manera genuina, va a permitir que al momento en el que estén pasando algún problema recurran a nosotros en busca de apoyo, consejo o simplemente para ser escuchados. Recordemos que a pesar de parecer adultos, aún necesitan de sus padres para continuar su camino hacia la autonomía. Pasar tiempo con ellos, respetar sus espacios e interesarnos por sus pasiones, son las claves para que la adolescencia sea un proceso de crecimiento mutuo.

Referencias

Santrock, J. (2004). Adolescencia. Psicología del desarrollo. Madrid: McGraw Hill


6 respuestas a “El adolescente y su mundo

  1. Hola, puedes por favor explicarnos algo sobre el tema de la sexualidad? en la adolescencia y como abordar ese tipo de temas? cuándo hacerlo? antes de que vayan al colegio y se expongan a pornografía, información equivocada y/o morbosa??

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario