Disciplina en casa: Veinte formas de mejorar la disciplina en padres e hijos

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Por: Daniela Tripaldi

La crianza de los hijos sin duda está llena de retos. Para muchos padres, es una tarea tan compleja y frustrante que desarrollan altos niveles de ansiedad. La responsabilidad que implica la paternidad y la maternidad puede generar muchos temores, entre estos el temor a fallar y a no ser un “buen” padre o madre. Obviamente, no podemos pretender que esta tarea sea sencilla. No existen formas rígidas sobre cómo debemos criar a nuestros hijos; sin embargo, las decisiones que tomemos van a ejercer una gran influencia en el tipo de persona en la que se van a convertir.

Enfrentar la aventura de la paternidad implica dar a nuestros hijos la posibilidad de adquirir herramientas que les permitirán enfrentar el mundo de la manera más adaptativa, que sean capaces de afrontar las adversidades y de alcanzar sus sueños. Por lo tanto, se ponen a prueba nuestras propias hablidades para solucionar problemas, para controlar y manejar de manera adecuada nuestras emociones; y para convertirnos en modelos de personas disciplinadas.

Si caminamos por las calles y observamos con detenimiento el comportamiento de muchas familias nos podemos dar cuenta como tanto padres como hijos hacen berrinche fácilmente, tal vez por razones diferentes: unos por un juguete, otros por un estacionamiento, pero siempre es berrinche. Gran parte de las habilidades que los hijos aprenden lo hacen a través de la observación de modelos, sobre todo de los padres. Uno de los aspectos importantes que forman parte de este proceso de aprendizaje es el desarrollo de la autoconfianza y la disciplina. Creo que para muchos esta propuesta de ser modelos de autoconfianza y disciplina para los hijos es nueva, sin embargo, es una de las bases del proceso de crianza y tiene una simple explicación: no podemos pedir a nuestros hijos que sean disciplinados si nosotros no lo somos, los seres humanos aprendemos por medio del ejemplo. Si pretendemos que nuestros hijos sean ordenados pero nosotros llevamos una vida desordenada, ellos aprenden que el desorden es el tipo de orden que nosotros queremos. Así, seguimos reforzando una conducta que, aparentemente, queremos cambiar. Lo mismo sucede con obedecer las reglas, si somos los adultos quienes las rompemos, entonces estamos enseñando que las reglas fueron hechas para romperlas.

Hablar de la disciplina de los hijos y de los padres se ha convertido en un tema tabu. Para los padres actuales se ha vuelto un reto encontrar un balance entre la imposición de reglas de una manera autoritaria y la sumisión ante las exigencias de sus hijos. Muchas familias que han recurrido a consulta, han llegado con una gran confusión sobre lo que implica la disciplina y autodisciplina; creen que ser buenos padres es dejar que sus hijos tengan y hagan lo que desean en cualquier momento; esto les ha llevado a perder el control de sus emociones y a sentirse frustrados y desesperados cuando no consiguen hacer que sus hijos obedescan. Muchas de las veces, la dificultad para definir reglas claras en casa hace que establecer la disciplina sea un desgaste físico y emocional para padres e hijos. Lo cual crea un ambiente de tensión en el hogar que en lugar de reforzar los vínculos afectivos los debilita, además porque disminuye el autoestima tanto de los padres como de los hijos.

La disciplina ayuda a los niños (y a los adultos) a convertirse en personas organizadas, respetuosas, tolerantes; además, les permite definirse objetivos claros para sus vidas, desarrollar confianza en sí mismos, a tener mayor tolerancia a la frutración y a ser menos impulsivos. Estimular un ambiente familiar en el que se refuercen los vínculos afectivos y las emociones positivas puede ser menos trabajoso de lo que se piensa. Aquí les dejo veinte consejos sencillos que les ayudarán a mejorar la disciplina en casa. Para aplicarlas y entenderlas les invito a ponerse en los zapatos de sus hijos. Recuerden aplicarlas en sus vidas y no ser “teóricos” de la disciplina, todo parte del ejemplo.

  1. Definir las reglas de la casa de manera clara, para lo cual debemos asegurarnos que nuestros hijos haya comprendido correctamente las reglas, las consecuencias de no cumplirlas y las recompensas que tendrán si las cumplen. Puede ser útil dibujar junto a ellos las reglas, para que se sientan partícipes de las mismas. Si las colocamos en un lugar en donde puedan verlas fácilmente les ayudaremos a recordarlas.
  2. Las órdenes deben ser sencillas y específicas, una sola orden a la vez para no generar confusiones. Piensen lo complejo que puede ser recibir 10 indicaciones al mismo tiempo y no saber cuál debo ejecutar primero.
  3. Reconocer y premiar los comportamientos positivos que tienen en casa y en la escuela. Muchas veces nos enfocamos solo en sus errores y dejamos de lado sus aciertos, dando por sentado que ellos saben que estamos orgullosos de sus logros.
  4. Ayudémos en sus tareas, especialmente dividiéndolas en pasos pequeños. Esto no quiere decir que hagamos su trabajo, sino que les enseñemos a organizarlo de una manera más fácil y ordenada.
  5. Aumentemos la estructura y el orden de nuestro hogar, estableciendo rutinas (por ejemplo, a la hora de comer o dormir). Si es necesario, las podemos dibujar y colocar en un lugar visible como lo hicimos con las reglas.
  6. Establecer metas razonables, de acuerdo a su edad, hará que ellos se sientan capaces y motivados a cumplirlas. Recordemos reforzarlos por medio de elogios cuando ha conseguido alguna de ellas.
  7. Cuando obebecen a lo que les pedimos no olvidemos: agradecer, felicitar y decir lo bien que lo hicieron. Recuérden lo bien que se siente cuando nuestros jefes reconocen nuestro esfuerzo, entonces por qué no hacer lo mismo con nuestros hijos. Los elogios deben graduarse de acuerdo al logro y al esfuerzo.
  8. Evitemos las críticas negativas y los calificativos que afecten su autoestima. Es común que usemos frases como “eres un maleducado”, al decir esto estamos calificándolo a la persona de manera globa, lo cual disminuye su autoestima. Es mejor decir “este comportamiento no es adecuado” o “lo que hiciste no esta bien”, de tal manera que recalcamos que su conducta es la que está equivocada y puede ser cambiada.
  9. Podemos usar la técnica del sánduche: empezamos por un elogio por haber intentado hacer algo, luego le decimos lo que “no le salió tan bien” y terminamos proponiendo con una solución para mejorar los resultados. Esta técnica, así como todos los consejos que estan aquí, se pueden aplicar a la vida diaria sin importar la edad.
  10. Los niños no son sordos, por eso no es necesario hablar alto o gritar, intentemos conversar con ellos en tono amable; los gritos solo nos llevan a más gritos y a pasar por un mal rato. Además, si queremos que ellos aprendan a controlar sus emociones, debemos aprender a controlarnos nosotros primero.
  11. Usemos los NO solo para poner límites en situaciones peligrosas para ellos, no para las situaciones que nos molestan. Si vivimos en un ambiente en el que siempre nos dicen que no, es difícil que logremos diferenciar cuando es realmente un NO importante.
  12. Cuando hablemos con nuestros hijos debemos ponernos a su altura, míralos directo a los ojos y prestar atención a lo que nos están diciendo (sencillamente porque es importante para ellos). Estas son reglas de educación general, si estamos con un amigo al que le estamos contando algo importante, pero él está mirando el celular todo el tiempo nos vamos a sentir ofendidos, tal vez perdamos el interés en compartir con él y cuando él nos quiera contar algo de su vida, nosotros nos le vamos a prestar atención; con nuestros hijos sucede lo mismo.
  13. Enfocarnos en las cosas que hacen bien, encontrar aquella que más le gusta hacer para que se convierta en su “tarea especial”, va a transmitirle un sentido de responsabilidad, aumentará su autoconfianza y autoestima.
  14. Cuando prometemos algo debemos cumplirlo, así sabrán que pueden confiar en nosotros. Si nuestro jefe nos promete un aumento y no lo cumple, nos sentiremos molestos y frustrados; la misma sensación tienen nuestros hijos cuando somos nosotros quienes no respetamos los acuerdos.
  15. Siempre debemos anticipar las situaciones, sobre todo si son conflictivas, por ejemplo: si les cuesta trabajo desayunar, la noche anterior conversamos con ellos para llegar a acuerdos; podemos usar la técnica de la “carita sonriente”: dibujamos con él una cara de un niño sin boca, le pregúntanos cómo se siente o qué cara tiene el niño cuando pelean a la hora del desayuno, luego pregúntamos que podríamos hacer para que el niño esté feliz. Al día siguiente debemos recordarle lo que hablaron la noche anterior (este ejercicio lo podemos hacer a partir de los 4 años).
  16. Siempre que haya un cambio en las reglas y en las rutinas, se debe anticipar a nuestros hijos, para que no tengan que adivinar lo que esperamos de ellos. Pongámonos nuevamente en sus zapatos, ¿cómo nos sentiriamos si nuestro jefe de repente nos regaña porque la empresa cambio los horarios de trabajo sin avisarnos y resulta que llegamos tarde?
  17. Tengamos paciencia, recordemos que, aunque parezcan maduros, todavía son niños, no le pidamos cosas que no pueden cumplir o entender.
  18. Podemos introducir un ritual para dormir, eso les da seguridad y mejorará los vínculos afectivos. “Mejores momentos” y “País de los sueños” son dos juegos que aumentan las emociones positivas y el optimismo:
    1. Mejores momentos: debemos pregúntarles qué es lo que más le ha gustado de su día y contarles qué es lo que más nos ha gustado del nuestro. Hacemos lo mismo con las cosas malas del día. Luego le ayudamos a mirar que han tenido muchas más cosas buenas que malas en su día. A partir de los 5 años podemos ir introducir lo que quisieran hacer al siguiente día.
    2. País de los sueños: después de jugar a los mejores momentos, les pedimos que se imaginen algo que les haga muy feliz y que nos lo cuenten con muchos detalles, a medida que se queda dormido le pedimos que recuerde esa imagen y que intente soñarla.

19. Es importante abrazarlo y recordarle siempre lo importante que es para nosotros.

20. Por último planifiquemos actividades placenteras junto con nuestros hijos. Estas actividades deben ser     definidas por él (para ellos es divertido jugar, no ir de compras por ejemplo). Durante ese momento se deben evitar los juicios y los reproches. Es recomendable que se hagan a la misma hora todos los días.

Estos veinte consejos no solo van a hacer que el clima familiar mejore, sino que tanto padres como hijos podamos crecer como seres humanos. Compartir momentos de paz familiar hace que podamos explorar y aplicar nuestas habilidades y potencialidades, nos acerca a las personas importantes y nos permite aprender a enfrentar adecuadamente los problemas. Transmitamos disciplina a nuestros hijos por medio del ejemplo.

Referencias:

Brazelton, B; Sparrow, J. (2009). La disciplina: El método Brazelton. Bogotá: Editorial Norma.

Bunge, E., Gomar, M., Mandil, J. (2008). Terapia cognitiva con niños y adolescentes: Aportes técnicos. Buenos Aires: Editorial Akadia.

Seligman, M. E. P. (2002). La auténtica felicidad. Barcelona: Ediciones B.


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