La autoestima en los adolescentes: cinco formas de estimularla en casa

Foto de: http://www.retrazos.es/files/2013/05/idea.jpg
Foto de: http://www.retrazos.es/files/2013/05/idea.jpg

Por: Daniela Tripaldi

Qué es la autoestima?

La autoestima es la valoración que tenemos sobre nosotros mismos. Esta valoración la hacemos basándonos en el autoconcepto, es decir, en el conjunto de ideas, conceptos  y percepciones que tenemos sobre nosotros mismos, incluyendo nuestras fortalezas y debilidades.

La autoeficacia es aquel elemento que nos hace sentirnos capaces de realizar ciertas actividades y de hacerlo bien, así como también reconocer que podemos enfrenar las situaciones que la vida nos planea. La autoeficacia junto la certeza que merecemos ser felices, respetándonos y siendo fieles a nosotros mismos, son los pilares de nuestra autoestima.

Cabe recalcar que la autoestima no es estable, va a variar a lo largo de nuestra vida, en función de las experiencias que vivimos. De ahí, la importancia de estimularla todo el tiempo (en nosotros y en nuestros hijos), ya que nos permitirá sentirnos mejor con nosotros mismos y por lo tanto responder de una manera más adecuada a las situaciones de la vida, además prevendrá el desarrollo de trastornos depresivos y  ansiosos.

Entre los 14 y 20 años, la tarea de construir su identidad y el deseo de ser aceptado por el grupo de amigos puede influir dramáticamente en la autovaloración del adolescente; en muchas ocasiones con tal de sentirse aceptado está dispuesto a sacrificar sus propios intereses e ideales, siendo la autoestima la primera en verse afectada.

Un adolescente que goza de una autoestima alta, tiene la posibilidad de tomar decisiones de una manera más madura, sin caer ante las presiones sociales; además tendrá mayores posibilidades de ponerse a prueba y llevar a cabo sus objetivos.

El autoestima y la familia

El tipo de relaciones que se mantienen en la familia van a influir al desarrollo del amor propio. Crecer en un ambiente en el que se respete la individualidad y al mismo tiempo brinde apoyo emocional y contención, nos permitirá poner a prueba nuestras capacidades sintiéndonos seguros y sin miedo de fallar, es decir, fomentando nuestro sentido de autoeficacia y autoconfianza.

La repetición constante de frases como: “no haces nada bien”, “déjame hacerlo porque tú no lo haces bien”, “eres un bueno para nada”, son el principal alimento para una autoestima baja. Estas quedan almacenadas en nuestra memoria y llegan a convertirse en nuestro diálogo interior. Las aceptamos como verdades absolutas y nos cuesta ponerlas en duda, además cómo las pondríamos en duda si nos las fueron dichas de las personas más importantes para nosotros: nuestros padres!

Si hemos crecido en un ambiente devaluador, seguramente seremos personas con problemas de autoestima, con un sentido de autoeficacia y autoconfianza bajo. Si este es nuestro caso, nos costará mucho tomar decisiones, estaremos siempre pendientes de lo que los demás quieren y trataremos compulsivamente de agradar al resto esperando recibir reconocimiento externo.

Es por esta razón que si queremos ayudar a nuestros hijos a crecer como individuos seguros de mismos y con una autoestima alta, debemos proporcionarles un clima familiar que fomente el desarrollo de sus capacidades y de su amor y respeto propio. Recordemos también que somos los modelos de nuestros hijos, por lo tanto para mejorar su autoestima debemos primero mejorar la nuestra.

A continuación les presento cinco consejos que nos pueden ayudar a estimular una alta autoestima en nuestros adolescentes:

  1. Reconocer  los esfuerzos y logros de nuestros hijos. Es importante que sepan todo el tiempo que estamos orgullosos de ellos y que a pesar de que a veces nos enojamos, los seguimos amando y aceptando tal y como son.
  2. Apoyarlos en sus momentos de dificultad. Sabemos que es una etapa difícil por la que están pasado, en la que deben aceptar sus cambios físicos, emocionales y sociales, por lo que muchas veces van a sentirse frustrados e incomprendidos. En esos momentos debemos estar cerca de ellos y demostrarles nuestro cariño; claro está, respetando su espacio.
  3. Ayudarlos a ponerse a prueba, animarlos a hacer cosas diferentes, a defender su punto de vista: dándoles responsabilidades en el hogar, escuchando sus puntos de vista sobre algún tema en especial, preguntando sobre sus intereses (música, libros, deportes), etc. Además, poniéndonos constantemente a prueba a nosotros mismos, recordemos que somos sus modelos de vida más importantes!
  4. Ayudarlos a reconocer sus fortalezas y debilidades de una manera equilibrada. Acompañarles en el descubrimiento de estas les va a permitir sentirse reconocidos. Además podemos ayudarlos a encontrar estrategias propias para superar sus debilidades. El objetivo es que logren construir una identidad sana y equilibrada.
  5. Puedes ayudarlos a planificar proyectos que les interesen. Durante la adolescencia se desarrolla la capacidad de planificación; por lo que guiarlos en el uso de  esta nueva capacidad en algún proyecto puede permitirles poner a prueba sus habilidades y reforzar su autoestima. Para esto podemos:
    1. Definir juntos qué es lo que quiere llevar a cabo (objetivo de su proyecto). Debemos asegurarnos de que sea algo específico, que pueda ser medido o evaluado objetivamente, que tenga un tiempo definido, que pueda ser dividido en pequeñas tareas. Por ejemplo, tener más amigos, aprender a tocar un instrumento musical, etc.
    2. Definir las tareas que deben hacer para conseguir sus metas. Es importante que sean tareas alcanzables y, sobre todo, que pongan a prueba sus capacidades pero que no sean demasiado difíciles, un buen equilibrio es la clave!
    3. Crear un cronograma de las tareas, desde las más sencillas hasta las más complejas, es decir, establecer juntos un orden prioritario.
    4. Acompañarlos en la ejecución de las tareas. Esto quiere decir, estimularlos en su realización pero no hacerlo por ellos. Estar siempre pendientes de los avances y recordarles que estamos para ayudarlos cuando lo sientan necesario. Enfaticemos el hecho de disfrutar el proceso y cada pequeño logro que los acerca a sus metas.
    5. Evaluar los resultados, este es el último paso. Aquí podríamos hacer un balance entre las cosas que les parecieron más complejas y definir qué estrategias usaron para enfrentarlas, cuáles dieron resultados positivos, etc. Recordemos que esta debe ser una evaluación neutral, no un juicio de valor y menos aún de valoración personal.

Por último, recordemos que una familia que está abierta al intercambio honesto y sincero de información es una familia que puede continuar creciendo. Si nos abrimos al diálogo con nuestros hijos, ellos se sentirán importantes para nosotros y seremos los primeros a quienes recurran cuando necesiten un consejo o ser escuchados. Simpemente debemos ser capaces de escuchar sin juzgar, de responder ante las necesidades y preguntas de nuestros hijos y no ante las nuestras; además debemos respetar los espacios y los tiempos cada uno.


Deja un comentario