
Algunos de los grandes problemas con los que padres y madres comúnmente deben afrontar están ligados a la dificultad para conseguir que sus hijos hagan las tareas, que ordenen sus cuartos, que se alisten rápidamente para ir a la escuela, entre otros. Normalmente estas actividades se vuelven una fuente de estrés innecesario que afecta directamente al clima familiar. Muchas familias invierten tiempo precioso en gritos y lamentos, perdiendo así la visión de lo que es realmente importante: compartir y apoyarse mutuamente. La solución a estos conflictos es muy sencilla, y se llama: “rutina”.
En los últimos tiempos, la palabra rutina es casi innombrable ya que es generalmente asociada con el aburrimiento, la falta de creatividad y la monotonía. Incluso, para muchos, considerarse a sí mismos como personas rutinarias ha llegado a ser motivo de malestar. Los mensajes que recibimos del medio nos estimulan a buscar constantemente actividades que nos harán salir de la monotonía; sin embargo, las rutinas no son del todo negativas, sobre todo cuando se trata de la crianza de nuestros hijos.
Esta especie de “alergia” a las rutinas es innatural en los seres humanos. Nuestro cerebro es un experto en crearlas, él tiene una gran capacidad de convertir actividades en hábitos o rutinas. ¿Por qué lo hace? Simplemente porque nos ahorran recursos y tiempo. Además nos permiten tener a disposición la energía necesaria para emprender tareas más complejas, es decir, para estar listos cuando se necesite actuar ante situaciones nuevas.
Usamos nuestros hábitos todo el tiempo. Imaginémonos un día en el que decidimos vivir sin rutinas, en ese día vamos a tener que descubrir nuevas maneras para hacer las cosas, desde las más sencillas como lavarnos los dientes o comer (porque… adivinen qué?, ¡estas también son rutinas!), hasta las tareas más complejas como manejar, trabajar, etc. Puede ser divertido como experimento, siempre y cuando tengamos a nuestra disposición mucho tiempo para ser concientes de nuestras rutinas y modificarlas. Sin embargo, si esta se convierte en nuestra manera de vivir puede ser que caigamos en un caos total. Las rutinas nos permiten dar un orden a nuestros días y a nuestra vida también.
Si aún no los convencí de la importancia de las rutinas, veamos con más detalle que pasa cuando nace un bebé. Luego del nacimiento el bebé se encuentra totalmente desprotegido en un ambiente nuevo, el cual va a descubrir poco a poco. Encontrarnos en un lugar desconocido y sin mayores recursos para sobrevivir autónomamente -como lo hace el bebé- es muy aterrador. Las rutinas le permiten al recién nacido a conocer el mundo de una manera más tranquila. Gracias a estas, el bebé va a poder construir una idea del mundo como algo predecible, controlable y seguro. Veamos por qué:
- Predecible: el bebé aprende cuándo es el momento del día en el que suceden los aspectos más importantes para él, como: dormir, comer, jugar, etc.
- Controlable: saber el momento en el que suceden estos eventos le ayuda a generar su sentido de control, pues entiende qué es lo que va a pasar.
- Seguro: Saber cuándo y qué va a pasar son dos de los requisitos indispensables para sentirse seguros en el mundo.
A medida que el bebé crece, las rutinas le ayudan también a entender el concepto de tiempo y a aprender cómo estructurarlo. Este aspecto es muy importante en el desarrollo de un niño, ya que va de la mano con la disciplina y la autodisciplina. Entonces no hay razón alguna para no ayudar a nuestros hijos creando y respetando rutinas saludables.
Las rutinas más importantes que se deben establecer en la infancia y la niñez están relacionadas con: dormir, comer, hacer los deberes y salir de casa.
Aquí les dejo algunos consejos que les van a ayudar a crear y mantener estas rutinas:
- Hacer los deberes: es útil establecer un horario, también se pueden definir el lugar en donde se harán los deberes y quién será la persona encargada de ayudar y supervisar a los niños, así como cuándo lo va a hacer.
- Dormir: leer un cuento antes de dormir, contarse mutuamente las cosas positivas y negativas del día o hacer planes para el día siguiente pueden ser ideas que harán de la hora de dormir un momento especial con nuestros hijos.
- Comer: establecer reglas claras sobre la hora, el tiempo y el lugar en donde se va a comer. Actividades relacionadas con la comida pueden ayudar a mejorar el clima familiar, por ejemplo, darles pequeñas responsabilidades (siempre las mismas), como: ayudar a poner la mesa, a preparar algo, etc; así les permitimos ser parte del proceso, fomentamos su autoconfianza y además que ingresen paulatinamente en el momento específico de comer.
- Salir de casa: para muchos padres, el momento de salir de casa está lleno de estrés. Una manera de mejorar esta situación es anticipando la salida, es decir, hablando con los niños sobre horarios, lugares y actividades que se van a realizar. Tratar de prepararse para salir con tiempo y siempre de la misma manera. También se puede incluir un refuerzo positivo (premio) si el niño logró alistarse pronto.
Recuerden que las rutinas deben ser compartidas, por lo tanto, los niños tienen que saber con anticipación qué es lo que va a suceder. Dibujarlas con nuestros hijos y ponerlas en lugares que sean visibles para ellos es una buena manera para socializarlas y es un excelente recordatorio para toda la familia!
Con algunos niños se puede usar un reloj o una alarma que pueda recordarles cuándo deben hacer una actividad. En el caso de los más pequeños podemos además utilizar otro tipo de referencias, por ejemplo: cuando termine el programa de televisión, cuando mamá termine de cocinar, cuando suene la alarma, etc. El uso de horarios y calendarios que sean llamativos y adaptados a la edad del niño puede contribuir a la organización familiar general.
Recordemos siempre que la mejor forma de educar es por medio del ejemplo, por lo tanto, debemos ser los primeros en respetar las rutinas que hemos establecido en casa. Es importante aclarar que ningún extremo es positivo, por lo tanto no debemos perder nuestra capacidad para adaptarnos a las situaciones nuevas, debemos ser rígidamente flexibles y ser capaces de modificar las rutinas si es necesario.
Una respuesta a “Los niños y sus rutinas”