El “Psicoloco”: Mitos y verdades sobre los psicólogos

 

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Imagen tomada de: http://estrategiasbasicaskaren.blogspot.nl/

¿Qué significa ser un psicólogo?, ¿Qué hace un psicógolo?, estas son algunas de las preguntas que enfrentamos al momento en que decidimos nuestra profesión. A pesar de que nosotros tenemos bastante claro lo que hacemos y por qué lo hacemos, la mayoría de personas no tiene una idea clara sobre nuestro trabajo y eso ha llevado a generar y reforzar muchos de los prejuicios que nuestra profesión enfrenta desde hace años.

Estar frente a un paciente genera muchas incógnitas en nosotros, la primera gran pregunta que nos planteamos es el motivo que tiene tal o cual persona para buscar nuestra ayuda; y cuál es la mejor manera para hacerlo. Pero, ¿Qué pasa por la mente de nuestros pacientes cuando deben tomar la decisión de acudir a un psicólogo?  ¿Qué es lo que muchas personas piensan cuando se enteran que somos psicólogos?

Generalmente, los pacientes deben luchar contra el fuerte estigma que genera el tener alguna dificultad a nivel psicológico. A pesar de pertenecer a una epoca en la que la tecnología y los medios de comunicación han permitido dar a conocer al mundo nuestra manera de actuar, los instrumentos y técnicas que utilizamos, así como también las evidencias de su efectividad para el tratamiento de enfermedades mentales; aún nos queda mucho por hacer para romper la creencia de que quien va donde el psicólogo esta “loco”.

Recuerdo a una paciente que esperó mucho tiempo para buscar ayuda porque para ella pedir ayuda psicológica era sinónimo de debilidad, sin embargo, cuando lo hizo su situación era crónica por lo que su pronóstico no fue positivo. Otra paciente pidió ser atendida en el horario del almuerzo para no tener que contar a su jefe y colegas que iba al psicólogo. Es por esto que hemos dedicado este artículo a describir cinco, de los tantos, mitos que en algún momento todo psicólogo enfrenta y que a más de uno le han generado momentos incómodos.

  1. El psicólogo está loco

Desde que decidimos responder “ser un psicólogo” a la tan conocida pregunta “¿Qué quieres ser de grande?” empezamos a entrar en un sin fin de situaciones extrañas. Las reacciones de nuestras familias y amigos son de lo más variadas, sin embargo, la mayoría intenta convencernos que ser un psicólogo es una mala idea, sobre todo porque significa estar locos.

Lastimosamente, este prejuicio es generalizado; de ahí que incluso nos hayamos hecho acreedores a sobrenombres como ”psicolocos”, “ajusta cerebros”, etc. Las personas comunmente creen que muchos psicólogos han decidido su profesión porque quieren ayudarse a sí mismos o porque alguna vez necesitaron ir a uno.

La verdad es que cada persona escoge su profesión por diferentes razones. Tal vez existen psicólogos que efectivamente buscaban ayudarse a sí mismos, del mismo modo que existen aquellos que lo hicieron por una pasión por ayudar, o por conocer más sobre la mente. Con esto quiero aclarar que así como un médico no necesariamente decidió su carrera porque tuvo una gripe, eso tampoco quiere decir que tener una crisis emocional haga que una persona quiera ser psicólogo. Además, siguiendo con la analogía, no por el hecho de ser médico se está protegido contra las enfermedades, de la misma manera que no por ser psicólogos no vamos a tener problemas emocioales. Cabe recalcar que toda la formación y experiencia a nuestras espaldas nos debería permitir reconocer cuándo somos nosotros los que necesitamos ayuda. Es nuestra responsabilidad tener nuestros propios terapeutas y supervisores, para que de esta manera nuestros problemas no interfieran en nuestra profesión.

  1. El psicólogo siempre está psicoanalizando

No todos los psicólogos somos psicoanalistas. De hecho, existen cuatro grandes escuelas psicológicas: el psicoanálisis, la terapia cognitiva conductual, la terapia sistémica familiar y la terapia humanista (en los próximos artículos les estaré contando más sobre cada una de ellas).

El psicoanálisis es una parte importante de la psicología, pues marcó su historia en general, pero no es la única escuela. Las otras cuentan con diferentes enfoques teóricos, y por lo tanto, utilizan diferentes técnicas durante el proceso terapéutico. Así que si fueron donde un psicólogo y no obtuvieron resultados, puede ser que el tipo de orientación no era la que mejor se adaptaba a sus necesidades.

  1. Siempre debes contar tus sueños y siempre te hipnotizan.

El énfasis o la importancia del trabajo con los sueños depende de la escuela psicólogica a la que el psicólogo pertenezca. No todos hacen análisis de los sueños, ya que no es parte de su escuela. Lo mismo sucede con la hipnosis, que es otra técnica terapéutica específica; no todos tenemos la formación necesaria para hacer hipnosis ya que no es parte de nuestra orientación teórica; además no todos los pacientes pueden ser hipnotizados, depende mucho de la situación de la persona y del terapeuta.

Además, según el bagaje teórico que tenga el psicólogo el trabajo con los sueños será diferente. Algunos se focalizarán en hacer interpretaciones, estudiando el caracter simbólico del sueño; otros lo analizarán en función del tipo de cogniciones que tiene.

Sea cual sea la orientación, si un sueño fue importante para ustedes y quieren compartir con su psicólogo durante la sesión lo pueden hacer. Pues, puede ser un punto de partida para recolectar más información sobre su situación actual y, de este modo, ayudarles de una manera más eficaz.

  1. El psicólogo puede leer la mente

Cada psicólogo recordará que por lo menos una vez en su vida alguna persona le preguntó si es capaz de leer la mente. La frase: “¿Eres psicólogo? Entonces, dime ¿Qué estoy pensando?”, es parte de nuestra experiencia personal y profesional. Muchos respondimos con alguna broma, otros suelen sentirse insultados, otros se han acostumbrado y ya no hacen caso.

La verdad es que nosotros no podemos leer la mente, es más no es nuestro objetivo el leer lo que pasa por la mente de nuestros pacientes. Son ustedes quienes deben aprender a leer sus propias mentes. Tal vez, con el tiempo y la experiencia, adquirimos mayor sensibilidad para darnos cuenta cuando una persona está pasando por un momento de crisis, nos volvemos más rápidos para hacer conexiones, aprendemos a estar más atentos al lenguaje no verbal (cambios en la postura, en el tono de voz, etc); pero eso está muy lejos de ser capaces de leer la mente de las personas. Así que tranquilos, si conocen a un psicólogo pueden pensar lo que quieran, él nunca lo va a descubrir al menos que se lo digan.

  1. El psicólogo tiene recetas mágicas que te harán sentir mejor.

No existen recetas mágicas o soluciones instantáneas para los problemas. Por lo tanto,  nosotros no podemos asegurar que luego de una sesión de terapia van a salir sintiéndose de maravilla y con los problemas resueltos.  Es más, muchas de las veces, las sesiones no son fáciles, ya que nuestro objetivo no es darles siempre la razón ante los problemas como lo haría un buen amigo; nosotros simplemente les mostramos diferentes puntos de vista, les acompañamos a enfrentar sus miedos y a descubrir sus fortalezas.

El ritmo de las sesiones y de la terapia en general, lo definen ustedes; nosotros simplemente respetamos su tempística. El trabajo terapéutico lleva tiempo, ya que hemos estado acostumbrados a pensar y ver el mundo de la misma manera por tantos años que no podemos pretender que en una sola sesión cambiemos drásticamente. No damos consejos y no solucionamos problemas, les mostramos técnicas y maneras alternativas de enfrentar sus problemas, pero quienes deciden qué y cómo hacerlo son ustedes.

La paciencia y la constancia deben ser sus mejores aliadas, como lo son para nosotros. Tener una relación de confianza con su terapéuta les permitirá hablar abiertamente de todos estos temas. Si tienen más dudas sobre estos u otros mitos dejen sus comentarios y con gusto respoderé.

 

 


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