
Por: Estefanía Borck, Psicóloga Clínica y Musicoterapeuta.
Siempre estuve conectada a la música; sin embargo, desde muy pequeña sentía que los conciertos y presentaciones no era algo a lo que quería dedicarme todos los días, como profesión. Por otro lado, siempre me atrajo la manera en la que funcionamos los seres humanos, este esquema de Cuerpo- Mente -Espíritu, así que cuando llegó el momento de decidir qué hacer con mi vida pensé primero en medicina, luego en la música -que para mí formaba parte de mi espiritualidad- y luego encontré a la psicología, por la que me decidí, a pesar que invariablemente tuve a la música como aliada, por esta razón cuanto descubrí la Musicoterapia, sabía y sentía que ese camino era el que estaba buscando.
La mayoría de personas quienes me preguntan a qué me dedico, piensan que musicoterapia es el sanar , relajarse o sentirse bien mediante la escucha de cierto tipo de música, y están en lo correcto, pero esto es solo una pequeña parte de lo que realmente es. Si nos ponemos a pensar, cada cultura tiene su música típica y en las antiguas civilizaciones formaba parte importante de rituales y celebraciones; sin embargo, la músicoterapia se conceptualizó oficialmente después de la segunda guerra mundial. Un número inmenso de soldados con graves heridas o condiciones neuropsiquiátricas fueron tratados cuidadosamente con una dosis prescrita de música, bajo la supervisión de psiquiatras quienes monitoreaban y controlaban la misma junto con los efectos que pudiera producir en los sujetos. El objetivo era de resguardar la mente de los pacientes durante los procedimientos médicos y psiquiátricos.(Gilliland (1945) en Silverman, (2015)) Los resultados fueron positivos y los artículos en los diarios influenciaron a que en 1950 se creara en América del Norte la asociación de Musicoterapia. Desde entonces, se ha venido expandiendo este tipo de terapia, pero aún se la puede considerar como joven o un nuevo método que trabaja en pos de la salud mental.
La música es una herramienta poderosa que trabaja directamente en nuestro cerebro. Estudios neurológicos han demostrado que cuando escuchamos música, todo el cerebro se activa: el sonido va por nuestros oídos al cerebro, y este lo descompone en lenguaje, emociones, movimientos automáticos para seguir el ritmo, nos trae recuerdos, cambia nuestro estado de ánimo, etc. De esta manera, ayuda a regular emociones, estados de ánimo, memoria, y sirve como un medio de comunicación y expresión el cual todos podemos utilizar. Lamentablemente, la sociedad ha colocado a la música en un concepto de exclusividad donde uno debe seguir ciertas normas para poder llamarse “músico”, sin embargo, debemos partir de la idea que, como Oliver Sacks (2007) menciona, la música es innata, incluso desde que estamos en el vientre de nuestra madre podemos distinguir sonidos, desde siempre estamos rodeados por ritmos naturales de nuestro cuerpo como el ritmo cardíaco, la presión sanguínea, respiración, etc.
La musicoterapia es aplicable para todas las personas sin importar su condición física, género, edad o religión, no es exclusiva para quienes poseen habilidades musicales o saben entonar un instrumento y está centrada siempre en el cliente, por esta razón las actividades a realizar y los instrumentos musicales a utilizar en las sesiones terapéuticas variarán según las necesidades de la persona o del grupo con quienes se trabaje. Por ejemplo, en el campo de la neurorehabilitación se utiliza como motivación o refuerzo de la rehabilitación física, así como también sirve para evaluar o trabajar en la parte cognitiva como medio de expresión, memoria, atención, entre otros. De manera similar es común trabajar con personas de la tercera edad, con demencia, parkinson, alzheimer. Con adolescentes, la música es un puente para la relación terapéutica, así como una ayuda para el desarrollo de la identidad. En personas con dificultades de aprendizaje, quienes por lo general tienen problemas de lenguaje, se utiliza la musicoterapia sobretodo en un contexto grupal, ya que les permite sentirse integrados y que pueden contribuir con su música dentro del grupo sin necesidad de palabras. En el caso de personas no videntes o con problemas auditivos también es viable ya que se trabaja con las vibraciones del sonido, así como los aspectos sensoriales de los instrumentos musicales. Resulta efectiva con personas en cuidados paliativos, con niños y niñas como medio para reforzar el autoestima y confianza en sí mismos;
La efectividad de la musicoterapia depende de la individualidad de las personas y la manera en la que responden a la música como terapia, esto está determinado por sus propias experiencias, la cultura de donde vienen, la familiaridad, entre otras. Sin embargo, se puede evidenciar sus efectos en diversos estudios de casos que validan nuestro trabajo y que han llevado a la expansión y a la acogida de la músicoterapia. La musicoterapia ha despertando el interés de la comunidad científica, la cual actualmente busca el sustento empírico de sus resultados.
Personalmente creo en el poder sanador de la música, ya que esta es un lenguaje universal que rompe el tiempo y el espacio, es algo que nos une sin importar la cultura, el idioma ni la religión, todos creemos en la música y la tenemos envolviéndonos todos los días en todas partes porque todo cuerpo u objeto que se mueve crea sonidos y por esta razón no necesitamos ser músicos para utilizar esta herramienta, solo necesitamos ser.
Referencias:
- Silverman. M.(2015).Musictherapy in mental health for illness management and recovery.Oxford university Press. New York. USA
- Sacks.O.(2007)Musicophilia: tales of music and the brain. Alfred A. Knopf . Toronto. Canadá
- Higgins.P.(2016). Arts in Health (Class notes).MA Musictherapy. University of Limerick. Limerick. Ireland