Saber decir que No a ciertas personas y en determinadas circunstancias puede resultarnos muy difícil. Cada vez es más frecuente que nos encontremos en situaciones como la que interpretó Jim Carrey en su película “Yes, man” (o “Sí, señor” en español). El personaje de Jim Carrey (Carl) se ve atrapado en un círculo vicioso de peticiones o demandas que sentía en la obligación de satisfacer para alcanzar la felicidad, sin embargo, esto lo llevó a un gran desgaste emocional. En este papel, trata de contentar a todos debido al profundo miedo a las consecuencias del hecho de decir No. Lastimosamente en la vida real todos en algún momento hemos afrontado una situación similar que ha impactado diferentes áreas de nuestra vida. Además, si nos fijamos atentamente, esta tendencia suele repetirse en varias situaciones y con varias personas.
Clara, por ejemplo, tiene una colega de trabajo que frecuentemente le pide ayuda para terminar sus tareas. Clara, incapaz de decir que No, la ayuda sin condiciones, lo cual la lleva a pasar horas extra en la oficina. Esto está impactando su salud y sus relaciones afectivas. Se siente cansada porque no logra regresar a casa temprano. Sus amigos han dejado de invitarla a salir pues llega siempre tarde o cancela debido a sus “obligaciones”. Su familia la ve cada vez menos. Ella no logra cumplir con sus metas, personales y profesionales, debido a que no tiene tiempo para dedicarles. El resultado es que se siente inconforme consigo misma, frustrada con su trabajo y con su vida en general. Además, esta tendencia a decir que Sí indiscriminadamente se repite con algunos de sus amigos, a quienes ayuda con el cuidado de sus mascotas cuando ellos salen de vacaciones (casi todos los fines des de semana). Al final del mes Clara se siente agobiada en medio de tantas responsabilidades e incapaz de controlar su vida, generándole altos niveles de estrés y malestar.
Clara, como muchos de nosotros, también cae en la tentación de convertirse en una Yes, person. Así, nos preguntamos, ¿qué hace que seamos más o menos propensos a renunciar a nuestras vidas por satisfacer las demandas de los demás? Explicar esta tendencia es más sencillo de lo que puede parecernos. Ser una Yes person está relacionado con el autoestima y nuestras creencias básicas.
El autoestima es el valor que nos damos a nosotros mismos por lo que somos y hacemos. Si bien existen períodos críticos para el desarrollo de la autoestima, como son la niñez y la adolescencia (si quieres profundizar más sobre el desarrollo de la autoestima en adolescentes haz click aquí), esta no es estática, es decir, va a ir modificándose a lo largo de nuestras vidas en función de eventos que enfrentamos. El autoestima está íntimamente relacionada con las creencias que tenemos sobre nosotros mismos y sobre los demás. Por lo tanto, las consecuencias de nuestras acciones frente a los otros, van a reforzar o no una conducta y por ende nuestra autoestima. Si la colega de Clara la felicita, agradece por su ayuda y la hace sentir como indispensable para su vida, estará está reforzando la tendencia de Clara a ayudarla. Al mismo tiempo estará dándole un feedback que va a impactar positivamente en su autoestima. Pero, ¿qué pasa si Clara no puede ayudar a su colega? Entonces ella no recibirá un feedback positivo, su autoestima no será reforzada e incluso podría llegar a sentir culpa. Si a esto se suma un feedback negativo por parte de la colega, la autoestima de Clara se verá afectada negativamente. Entonces, de cierta forma, Clara se siente forzada a seguir diciendo que Sí para mantener alta su autoestima.
En este juego de reforzar conductas tiene un rol importante la Teoría de la Mente; la cual nos permite entender el comportamiento de los demás e hipotizar sobre lo que pueden estar pensando. Por lo tanto, nos da la posibilidad no solo de ser empáticos, sino también de generar predicciones sobre lo que los demás piensan y cómo van a reaccionar ante un estímulo. Usando esta capacidad, Clara saca conclusiones sobre su colega, por ejemplo, puede pensar que hablará mal de ella si no la ayuda, que se enojará o que podría perder su trabajo, etc. Estas deducciones vienen de nuestras creencias básicas (haz clic aquí para saber más). Si creemos que para ser amados y aceptados debemos satisfacer las demandas de todos; nuestras interpretaciones sobre los demás estarán sesgadas y no seremos capaces de hacer hipótesis más objetivas sobre las consecuencias de decir que Sí o que No. Entonces, muchas de las veces es un miedo al rechazo social basado en una creencia básica de rechazo lo que nos lleva a decir que Sí compulsivamente.
Pese a que a simple vista parece no haber ninguna repercusión en decir Sí todo el tiempo; el problema existe, ya que empezamos a depender de las respuestas de los otros para mantener alta nuestra autoestima, lo que hace que sacrifiquemos lo que realmente queremos con tal de tener una fuente de aprobación aparentemente segura. Al dejar de ser fieles a nosotros mismos para recibir un cierto grado de gratificación de las otras personas, hará que al final del día nos sintamos mal por habernos traicionado, ya que dejamos de lado quiénes somos, a dónde queremos ir y qué queremos hacer. La falta de coherencia entre lo que queremos hacer y lo que hacemos genera una fuerte tensión emocional, lo que explica el alto monto de estrés que tiene Clara y que vivimos todos cuando atravesamos por una situación similar.
La clave para salir de este círculo vicioso es conseguir separar nuestra autoestima de las respuestas del medio para empezar a no tener miedo del rechazo social. Aquí les dejo cinco claves que Van Stappen (2009) propone para mejorar nuestra autoestima y aprender a decir No de una manera sana:
- Estar en estado de presencia, es decir, ser concientes de nuestros cuerpos, emociones y necesidades. Ser capaces de estar en contacto con nosotros mismos e identificar cuáles son nuestras necesidades nos llevará a decidir en función de éstas y no de la presión que sentimos por la idea de ser rechazados. De esta manera, podremos empezar a decir No, primero a pequeñas demandas de la gente para que poco a poco decir que No sea más fácil, incluso en las peticiones más importantes.
- Tener el valor para cuidarse a sí mismos, incluso si con eso dejamos de gustar a los demás. Saber identificar nuestros propios límites, es decir, reconocer cuándo hacer algo por alguien nos lastima o nos hace sentir mal con nosotros mismos. Tener claros esos límites nos permitirá aceptar o rechazar una petición de una manera conciente, sin que nos genere estrés innecesario.
- Cultivar el diálogo por medio de la expresión sincera y asertiva de lo que pensamos, sentimos y necesitamos, sin juzgar, agredir o criticar a los demás. Ponernos en los zapatos de los otros y respetar sus emociones nos permitirá ser capaces de separar las necesidades propias de las suyas y tratar de ayudarlos de una manera realista y respetuosa.
- Vivir de acuerdo a lo que somos realmente, lo que implica conocerse, sernos fieles y luchar por alcanzar nuestros sueños.
- Educar nuestra mente para abandonar los prejuicios, las creencias destructivas y descubrir y gozar de las sorpresas que la vida nos da todos los días.
Aprender a decir que No, no es una tarea fácil; sin embargo, forma parte de la vida, nos ayuda a conocer y serle fiel a la persona que vemos todas las mañanas frente al espejo; implica cuidarnos, vivir en paz y armonía con nosotros mismos y con nuestros seres queridos.
Referencias:
Van Stappen, A. (2009) Quaderno d’esercizi per imparare a volersi bene. Avalardi: Milano.
