Me llamo Carla y tengo cinco años, vivo con mis papás. Tengo unos abuelos muy divertidos y me encanta pasar tiempo con ellos. Mi vida es muy linda, pero desde la semana pasada las cosas en casa cambiaron. Antes, todos estábamos felices y juntos, ahora nadie pasa tiempo conmigo, incluso me dejaron un tiempo donde una tía y estuve muy aburrida (hubiera preferido quedarme con mis abuelos). No me quisieron decir a dónde iban, pero después de eso todo cambió. Veo a mis papás tristes y no sé qué les pasa. Están vestidos siempre de negro y eso es algo muy extraño para mi, ¡siempre me gustaron las blusas de colores de mi mama! También me ha llamado la atención que últimamente les he visto llorar mucho, como cuando a mi me duele la barriga o me lastimo, ¿será que les duele algo?. Tampoco tienen muchas ganas de jugar conmigo y a veces pienso que puede ser porque hice algo malo, como por ejemplo: ayer rompí un florero de mamá y pienso que eso la tiene así de triste y alejada. Para divertirme, hoy le pregunté a mamá si podíamos ir a ver a los abuelos, es tanto tiempo que no nos vemos y la verdad me hacen falta; pero a penas le dije mi idea, se puso a llorar muchísimo, tal vez los abuelos están enojados con ella y por eso ya no nos vemos y mi mamá está triste. Todo esto es muy difícil de entender solo espero que todo vuelva a la normalidad.
La muerte forma parte de la existencia humana. Es lo único predecible, si bien no podemos decir con exactitud cuándo ni dónde, ni cómo, sabemos que la muerte va a venir en algún momento. Viktor Frankl, padre de la Logoterapia (para saber más has click aquí) al respecto afirmaba que es justamente esta finitud del hombre la que le permite dar un sentido a su vida. Por lo tanto, ser conscientes que no somos eternos hace que disfrutemos y vivamos nuestras vidas de una manera más plena. Sin embargo, hablar sobre la muerte, sobre todo en la cultura occidental, es casi un tabú. Sabemos que es parte del ciclo natural, pero preferimos evitar el tema a toda costa; muchas de las veces por miedo, otras por supersticiones, etc. La verdad es que tratamos de vivir al máximo y evitamos cuestionarnos sobre la muerte debido a la incertidumbre y profundo dolor que nos crea. Lastimosamente, siendo este un proceso natural, tarde o temprano nos va a llegar un momento en el que debamos afrontarla.
La muerte de un familiar o un ser querido es sumamente dolorosa y difícil de entender. Las religiones alrededor del mundo se han planteado preguntas sobre la muerte y que hay detrás de ella para poder entender un poco más este misterio y dar alivio a las personas que de una u otra manera han debido enfrentarla. Pero no solamente las religiones se han ocupado de este tema, sino también la filosofía y la psicología. En este artículo vamos a hablar sobre la muerte, pero no nos vamos a enfocar únicamente en el proceso del duelo desde un punto de vista psicológico, sino que vamos a dar guías sobre cómo afrontar este tema con los más pequeños.
La psiquiatra Elisabeth Elisabeth Kübler-Ross (1969) dedicó gran parte de su vida profesional al estudio del duelo y su proceso. Ella describió cinco fases por las que una persona pasa cuando enfrenta una pérdida. Sin embargo, cabe recalcar que cada persona afronta el duelo de una manera individual y que el proceso en sí no siempre es lineal; es decir, se pueden pasar estas etapas completa o parcialmente y en un orden diferente al que vamos a describir a continuación:
- Negación: esta etapa implica negar o rechazar la realidad dolorosa, puede ser de una manera consciente o no. Generalmente en esta fase resulta difícil aceptar la pérdida y pueden haber expresiones como “esto no puede ser verdad”. A la persona le cuesta creer que lo que está viviendo es real.
- Ira: una vez que no se puede negar más la realidad aparece la ira, la cual puede estar dirigida hacia la persona que ha fallecido, familiares o amigos. Es común encontrarnos con sentimientos de injusticia y enojarnos con el mundo o con la vida por el dolor que estamos sintiendo.
- Negociación: esta etapa puede estar presente dependiendo del tipo de pérdida que estemos afrontando. Si, por ejemplo, la muerte es el resultado de una enfermedad, se intentan hacer pactos con Dios o con la vida para que la persona pueda sobrevivir; también se pide retroceder en el tiempo para evitar la muerte del ser querido.
- Depresión: en este momento existe mayor comprensión de la irreversibilidad de la pérdida. El sentimiento de tristeza inunda a la persona quien responde aislándose del mundo, sintiéndose frustrada, sin esperanzas y con una fuerte sensación de vacío. Sin embargo, aclaremos que no se trata de un cuadro clínico, sino que esta fase es considerada parte del proceso normal del duelo.
- Aceptación: esta etapa está presente cuando la persona ha logrado procesar y aceptar la pérdida. Por lo tanto, significa que está lista para rehacer su vida conviviendo con el vacío y con la muerte como parte esencial de la vida.
Para ayudarnos a atravesar este proceso natural, los seres humanos hemos recurrido a rituales que están presentes desde los tiempos antiguos. Si bien las costumbres funerarias cambian de acuerdo a la cultura y han ido modificándose con el pasar de los años, estos nos han permitido prepararnos, comprender, despedirnos y aceptar la muerte de un ser querido. De ahí la importancia de darnos la oportunidad de hacer uso de estas herramientas para enfrentar serenamente el dolor de la muerte. Lastimosamente, como describimos antes, hablar sobre esta en las últimas décadas es casi intolerado, haciendo que muchas de las costumbres o ritos fúnebres desaparezcan o se vivan tan rápidamente como sea posible para “evitar que las personas sufran”; quedándonos sin el tiempo necesario para llegar a la aceptación. Además, cada vez más se tiende a usar fármacos para “ayudar” a los que estar sufriendo a sentirse “mejor”.
Lo más preocupante de esto es que existe una tendencia creciente a “proteger” a los niños del dolor del duelo. Casos como el de Carla son cada vez más frecuentes. Se piensa que ellos no se dan cuenta de lo que está sucediendo, cuando al contrario, saben que algo doloroso sucede pero no saben que es. Por lo que muchos de ellos incluso llegan a culparse a sí mismo por el dolor que observan y por la muerte del ser querido (luego de enterarse). No dejarles pasar por estas etapas hace que pierdan la oportunidad de enfrentar la perdida, de saber que sus sentimientos son reales y, peor aún, se les niega la oportunidad de despedirse de la persona amada. Si Carla y sus papás hubieran podido conversar sobre la muerte de su abuelo, ella hubiera tenido la oportunidad de superar el duelo junto con sus padres y tener una relación con la muerte más serena.
La Asociación Americana de Psicología (APA) recomienda las siguientes estrategias para enfrentar la muerte de un ser querido:
- Hablar sobre la muerte de la persona con las personas allegadas (familiares y amigos). Por lo tanto, hablar con los hijos, adaptando nuestro discurso a su nivel de madurez y valiéndonos de nuestras creencias religiosas (si las tenemos) para ayudarnos y ayudarlos a sanar y aceptar la realidad.
- Aceptar los sentimientos, no tratar de “dejar de sentir”. Reconocer y expresar nuestras emociones y las de nuestros familiares, va a permitir que sea más fácil la aceptación; es decir, no obligarnos a ser “fuertes” por nuestros hijos, sino normalicemos las emociones.
- Cuidarse a sí mismos y a la familia, sea desde el punto de vista emocional como físico. Tratar de mantener las rutinas, llevar una dieta balanceada (incluso si no tenemos ganas de comer), tratar de descansar, etc., hará que podamos regresar más fácilmente a la cotidianidad.
- Ayudar a los demás a lidiar con su duelo, entre estos a los niños. Tratar de estar presente cuando ellos necesiten hablar con nosotros sobre sus sentimientos y creencias a cerca de la muerte. Estar abiertos a explicar tantas veces como sea necesario lo que pasó y lo que para nosotros significa la muerte.
- Homenajear al ser querido, es importante que se pueda rendir un reconocimiento a la vida de la persona que perdimos. Este paso puede ser muy importante que lo hagamos conjuntamente con los más pequeños de la casa, para sentirse parte de la familia y que puedan honrar a una persona importante para ellos.
Muchos de los miedos que enfrentamos cuando sufrimos una perdida es que nuestros hijos nos vean llorar, ya que pensamos que ellos no deben vernos débiles. Sin embargo, sufrir por la muerte de un ser querido es normal y hacerles parte de este proceso es enseñarles que las emociones son normales, que la muerte es parte de la vida y que despedirse y extrañar a alguien que ha muerto es parte de ser personas. La muerte nos hace crecer y esa es una lección muy importante, que tenemos la responsabilidad de compartir con nuestros hijos, por más pequeños que sean.